Saturday, February 7, 2009

Friday, February 6, 2009

Tuesday, February 3, 2009

¿Terror o Razón?

─ No hay nada que justifique la declinación de los derechos de los ciudadanos de luchar por mantener su decoro y dignidad. Tampoco es justo que ciudadanos de otros países que nos visitan por múltiples motivos, tengan
que sufrir humillaciones. Esto no quiere decir, que no se tomen todas las medidas necesarias para evitar que los desalmados terroristas nos perjudiquen, en realidad, desde el día fatal en que este país fue atacado; no solo nosotros los americanos, también todos los amigos que nos quieren y nos visitan, perdimos la libertad. ─ ¿Nos habrán ganado la guerra? ¿No tendremos el poder suficiente para salir a buscar a esos mediocres religiosos? ─ Sería mejor combatirlos en sus madrigueras y destruirlos, para poder nosotros, seguir viviendo y trabajando por el bienestar de nuestras familias y las de nuestros conciudadanos y hermanos sin restricción en nuestro propio país. Esta explicación se la daba el doctor Emilio Fustes a su amigo el abogado Arturo que viajaba con el a la ciudad de Miami:

Aeropuerto Internacional O ‘Hara de la Ciudad de Chicago, El doctor Emilio Fustes, llegó con dos horas de anticipación requeridas para abordar un vuelo con destino al Aeropuerto Internacional de Miami, después de registrar sus maletas se puso en la línea de entrada hacía su pasillo, para abordar su vuelo, al pasar por el punto de control vio como todos eran requerido no solo revisar sus pertenencias sino también quitarse los zapatos para poder pasar al pacillo que los llevaría hacia el salón desde donde pasarían a la nave que abordarían. Emilio pensó: Algo aquí está funcionando mal, yo por mi lado, voy a hacer resistencia; hay que hacerles ver a las autoridades que están equivocadas y que lo que hacen es aberrante e injustificado.
Emilio puso todas sus pertenencias en la bandeja que le dieron para el efecto, y cuando esta se fue por dentro del tubo de rayos x para ser revisada, el se dispuso a pasar por la puerta de acceso al pacillo; en ese momento, el guardia de seguridad, lo aspecto y le dijo:
─ ¡Hey! Tiene que quitarse la correa de la cintura, y los zapatos también.
_ ¿Por qué? ─ Preguntó Emilio.
─ Porque sí, ─ sino lo vamos a tener que revisar completo.
─ ¿Tengo tipo de terrorista? ─ pregunto El pasajero, y continuó: Esto es humillante para los pasajeros ¡Qué pena!
─ Bueno, dijo el de seguridad ¿Qué vas a hacer?
─ ¿Yo? Por nada del mundo me voy a someter a esta farsa, si quieres revísame todo lo que quieras.
─ Vas a perder el vuelo, le dijo el guardia.
─ No me importa, contesto el Joven: ─ alguien tiene que darse a respetar.
En ese momento se acercaron otros de los de la seguridad, y se llevaron a Emilio para revisarlo.
Arturo Adán, el amigo de Emilio que viajaba con él, se dio cuenta de la falta de su amigo, y fue a preguntar por el mismo en el puesto de revisión, se acercó a un vigilante y le preguntó por su amigo:
─ ¿Ha visto a mi amigo señor? ─ Inquirió Arturo.
─ ¡Ah! Sí, ese formó tremendo lío con el de seguridad.
─ ¿De verdad? ─ Exclamó Arturo ─ ¿Qué hizo? Preguntó al Oficial.
─ ¡Muchacho! ─ El tipo formó tremendo guateque. ─ Al decir esto: Arturo se dio cuenta que el oficial era cubano, esto le dio confianza y le preguntó.
─ ¿Pero que hizo compadre?
─ Nada que no le dio la gana de quitarse ni los zapatos ni el cinturón. Dijo que las gente no se daban a respetar, pero que el sí y que no iba a permitir que lo denigraran delante de los otros sin ningún tipo de consideración. Que él era un americano que si se respetaba y que pondría resistencia a estos estúpidos registros. Formó lío y se lo llevaron hacia dentro, es probable que lo estén revisando con más empeño, ahora se ensañan con él y posiblemente pierda hasta el vuelo.
─ ¿Por dónde lo llevaron? ─ Pregunto el compañero de Emilio.
─ Por aquella puerta, dijo: el oficial señalando hacia atrás.
Arturo de dio las gracias y se encamino hacia la puerta que le habían señalado.
Emilio Fustes era un médico cubano que ya hacía tiempo había llegado a este país buscando como todo el mundo la libertad que en su patria de origen le faltaba, y como todo el que viene aquí buscando independencia se hieren cuando se encuentra con estos vejámenes injustificados, y grosero que tanto sufrieron en sus vidas cuando vivían en sus países. Nunca pensaron que en esta nación que se entendía que era el baluarte internacional de la libertad y de los derechos humanos pudieran pasar estas cosas tan inconcebibles. Como decía el Presidente Reagan, que la libertad tenía un precio y que nadie pensara que se obtendría por derecho otorgado. No, que había que luchar para tenerla y seguir luchando para mantenerla.
Sabemos que es mucho más fácil pensar que los que tiene que sacrificarse son los ciudadanos y no el gobierno, ¡pero no! es el gobierno el que tiene que usar todos los recursos posibles para defender sin ocasionarles molestias o incomodidades a sus conciudadanos, que en fin de cuentas se pasan el tiempo luchando y trabajando como bestias para poder mantenerse ellos y pagar impuestos para cubrir las necesidades del Estado, cuyos representantes siempre quieren tirar todo el sacrificio sobre los hombros del pueblo sufrido, que no alcanza nunca de trabajar lo suficiente, para satisfacer las demandas insaciables de dinero de los gobiernos a todos los niveles. También el Presidente Ronald Reagan dijo, que mas nunca nadie en este mundo iba a humillar a los americanos como había pasado en la guerra de Vietnam, que el ciudadano de este país se sentiría orgulloso de serlo, y que siempre mantendría su cabeza en alto. Ahora bien, ¿Cómo vamos a humillarnos nosotros mismos? ¡Fuck no!
El guardia de la seguridad del aeropuerto, hizo pasar a Emilio hacia un cuarto donde ellos tenían su punto de registro de aquellos pasajeros que pensaban podían ocasionarles algún tipo de problema, además, por aquello que el que tiene una posición tiene que demostrar que esta cumpliendo con sus funciones y que no es negligente en su cargo, piensa que algo tiene que hacer, aunque sea una estupidez lo que haga.
─ Pasa ─ le dijo el guardia a Emilio. El entro en la habitación sin decir palabra.
─ ¿Eres Ciudadano? Pregunto el de la seguridad del aeropuerto.
─ Si, contesto Emilio con monosílabo.
─ Ya sé que te opones al registro, dijo el oficial.
─ No señor, dijo Emilio, yo no me opongo al registro de mis pertenencias.
Yo no acepto que me hagan hacer papelazos estúpidos porque a algún ignorante y mal intencionado se le haya ocurrido que los pasajeros somos rebaños de ovejas a los cuales se pueden someter y ridiculizar.
─ ¿Y tú piensas que vas a poder cambiar las cosas?
─ No se, ─ pero al menos trato.
─ ¡Bueno, haya tu!
El guardia les hizo una seña a otros que estaban allí esperando la orden para comenzar el registro, el guardia de seguridad encargado del mismo le pidió que se situara en un área específica y Emilio lo hizo sin objetar, en
ese momento el de la seguridad le dijo:
─ Abra los pies, por favor.
─ El joven médico lo complació.
El de la seguridad, pasó un objeto parecido a un bastón por dentro de sus piernas siguiendo todo el recorrido interior de las mismas, llegando a hacer contacto con sus genitales. Como el guardia estaba de frente a Emilio, lo mando a que se volteara para pasarle el mismo objeto desde el cuello hacia la parte baja del la espalda, llegando hasta los tobillos, después de esto, le dijo:
─ Vírese de nuevo.
─ Está bien ─ Dijo el hombre ─ abrase la chaqueta del traje. Emilio volvió a complacerlo, el vigilante introdujo sus manos dentro de la chaqueta y revisó todo los costados del joven, inclusive su cintura y el cinturón por la
parte de adentro.
─ Necesito que se quite los zapatos ─ le dijo al pasajero ─ de forma cortés pero firme.
En ese momento se oyó la voz de Arturo del otro lado de la puerta, que le preguntaba a otros guardias que estaban afuera por su amigo Emilio, Los guardias de seguridad al ver a este individuo preocupado por el pasajero se inquietaron y le preguntaron.
─ ¿Quién es usted?
─ Yo soy el abogado Arturo Abran ─ amigo personal del doctor Emilio Fustes.
─ ¿Puedo saber de mi amigo? ─ preguntó el abogado.
─ Sí, en unos minutos ya terminaremos con él, puede esperarlo si quiere, dijo uno de los de la seguridad.
─ Así lo haré ─ lo malo es que perdamos el vuelo.
─ Bueno, este es el precio que hay que pagar muchas veces cuando alguien se pone pesado e intransigente.
─No necesariamente, muchas veces se abusa de la fuerza y el poder sin medir las consecuencias que esta acción pueda acarrear ─ ¿Usted no sabe que mi amigo es médico y que hoy lo están esperando para conducir cuatro
operaciones en un importante hospital de Miami?
─ Y si él sabía eso, objeto el guardia ¿Por qué creó el problema?
─Yo no creo que el haya creado el problema por negarse a ser víctima de una mala decisión gubernamental.
─El simplemente tuvo el valor de reclamar su derecho ─ En ese momento salía Emilio que sonrió nerviosamente al ver a su amigo.
─Por suerte creo que todavía estamos a tiempo para el vuelo─ dijo Emilio.
─Si, así es, dijo Arturo y los dos amigos se dirigieron al pasillo que los conducía hacia el avión.

Monday, February 2, 2009

¡SIEMPRE HEMOS SIDO!

¿Cómo perdí mi destino,
Si tanto te ame mi amor?
¿Cómo puede un corazón,
Destruirse en el camino?
Y el otro…¿Adonde partió?
Se preguntó en un suspiro,
¡Que como el viento corrió!
En glaciares infinitos.
¡Yo regreso adonde Dios!
¡El siempre estará contigo!

¿Por qué has de regresar,
Si queda tanto que hacer?
Ya volveremos con El
Mientras, hay que trabajar.
Nuestro destino alcanzar,
Cumplimentar nuestro amor.
Darle al mundo más calor,
Nuestros hijos, al procrear
¡La vida ha de continuar,
Para engrandecerlo a El!

¿Quién es ese que le llaman El?
No se, puedes ser tu u aquel,
Este o el otro, ellos o vosotros,
Tal vez, Yo mismo quizás seré
Pero no importa si el predicado,
El sujeto, el participio y el tiempo
La fuerza de la oración ¿El Verbo?
El, bien que pudiera Ser: ¿El Total?
Conjunto gramatical que da sentido
¿Cómo te puedo explicar?
¡Siempre hemos sido!