¡IMAGENES DE SUEÑOS!

¡No sé si es bueno o es malo,
Lo que soñé por la noche!
¡Muchas imágenes deformes!
¡Vi mujeres con muchachos,
Fuego había por todos lados!
¡Soldados que combatían,
La candela consumía,
A todos por todos lados!
¡Soldados uniformados,
Marchaban en formación!

¡Sus fusiles empinados,
Iban rodeados de fuego,
Con lengüetas hacia el cielo,
De anaranjado azulado!
¡Yo me encontraba a su lado,
Observando lo que hacían!
¡Y otra formación yo veía,
Cruzándose a la primera,
Con sus marchas y banderas,
Fusiles que se levantaban!

¡Y vi como se incendiaban,
Al pasar entre la hoguera!
¡Ya las flamantes bandera
Con los fusiles cruzaban!
¡Reflejándose las llamas,
Entre bandera y fusiles!
¡Prendiéndose los perfiles
De lo que fue formación,
Marchando en oposición,
Mientras que se retiraban!

¡Ya las dos líneas cruzaban,
Una por dentro la otra,
Alejándose prendidas!
¡Pero no se incineraban!
¡Yo solamente pensaba,
Lo que me querían decir!
¡Me preocupaba ello a mí,
Si en esto existía el augurio!
¡De destrucción o de muerte,
Que a mi patria libertaban!

¡Al momento me despertaba,
De este sueño tan pomposo!
¡Yo me encontraba moroso,
Aun con ganas de dormir!
¡Pero aun pensando yo en ti,
Mujer de amores y sueños!
¡Que te llevo yo muy adentro,
De mi pecho y de mis ojos,
Viendo como tus despojos,
Recuperaremos contentos!

¡Yo miro el humo en el cielo,
Tierra árida en mi entorno!
¡Miro al campo y me desolo,
De lo que miro y no entiendo!
¡¿Cómo se puede odiar al suelo,
Que hemos pisado al nacer?!
¡¿Cómo podría alguien crecer,
Odiando la madre y la tierra,
A aquella mujer que tierna,
Nos permite abrir los ojos?!

¡¿Cómo ese amor primoroso,
De aquellos años juveniles,
No cuentan para los viles.
Ni conmueve aquel tan ruin?!
¡Es el sentimiento que al fin,
Al cabo nos hace humanos!
¡¿Cómo puede ser mi hermano,
Destruyas a aquella belleza,
A la mujer que te acaricia,
Y a la madre que te alienta?!

¡Fueron imágenes de presagio,
Para tu estruendosa caída!
¡Poro aquella mujer que mía!
¡El mundo contemplará alzada,
Con su estrella levantada!
¡Tus hijos te sostendremos,
Nunca habrá otro abusador,
Que roa y destruya tu alma!
¡Ni el cobarde que te arrastra,
Devorándote el corazón!