Friday, March 26, 2010

¡LOS HIPÓCRITAS NO HEREDARAN EL REINO DE DIOS!

La Comunidad Internacional, no puede hacerse ajena a las arbitrariedades de gobiernos que desprecian y odian los derechos del hombre a disentir o de tener y expresar opinión personal. Las Naciones, con esas actitudes cobardes, ya han hecho mucho daño a sus congéneres del mundo, permitiendo por sus indolencias, genocidios increíbles como sucedió en La Segunda Guerra Mundial, en la masacre de la plaza de tian'anmen de 1989 y, en caso más reciente en el Tíbet, por el mismo Gobierno Chino. Tampoco, se puede permitir regímenes de apartheid, que excluyan de su participación nacional a miembros del pueblo, por el color de su piel. Lo que han hecho, los que han usurpado a los cubanos todos sus derechos, no puede quedar sin repudiarse. Y mucho menos, cuando se han ensañado en mayor proporción con su población negra, a los cuales anteriormente, habían usado, para atraerse un respeto inmerecido, de los pueblos del mundo. Porque no pudieron o no quisieron darse cuenta, del doble juego que usaron estos malvados, disfrazados de humanitarios e igualitarios. ¡Mentira! Para Fidel Castro, al igual que para su hermano, los negros cubanos no son más que una caterva de estúpidos y tontos, que les sirvieron para lograr sus fines y que ahora les estorban, porque ya no se someten a su farsa y por eso, prefieren que se mueran.

El llamado, principio de no intervención, en los asuntos internos de otros países, es un concepto retrogrado, cobarde e hipócrita; que le permite a las conciencias mercantiles de ciertos políticos, justificar a sus gobiernos, por su falta de compromiso para con la humanidad. Y les permite, piensan ellos, esconder sus dobleces morales, condonadas por sus retoricas falaces y demagógicas, que les permiten el uso de ciertas teorías usureras, con las que tratan de justificarse, apelando al concepto de la objetividad política. Esta farsa politiquera, borra el compromiso de solidaridad de los pueblos, que no tienen por qué tapar su bondad, para con otros congéneres en desgracia, porque ese no es el sentimiento de los pueblos, más bien, el de ciertos gobernantes. Detrás del discurso de estos ventajistas y aprovechados gobiernos rapaces y por lo tanto depredadores de otras naciones, está la diplomacia del filibusterismo disfrazándose. Háblese, de algunos países del Caribe y de América del sur, sin dejar atrás, al gobierno de España, incluyendo a su Gobierno Socialista y al mismo Rey. Porque una manera de hacer daño, es contemplar la injusticia y ser indolente ante ella y, aunque El Rey no gobierna, su opinión y comentario tiene peso que siempre debe ser usado a favor de lo justo, sobre todo, si como se espera de Su Majestad, el puede tener un sentido de La Ley Divina. Nicolás

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